La industria audiovisual está viviendo una revolución sin precedentes. El auge de tecnologías como la inteligencia artificial, herramientas digitales de producción y procesos automatizados está transformando profundamente la forma en que se hacen los productos audiovisuales.
En un escenario dinámico, México emerge como uno de los epicentros más prometedores para la producción en América Latina, impulsado por talento local, incentivos fiscales y una rápida adopción tecnológica.
La Asociación Mexicana de Filmadoras Independientes (AMFI) ha sido testigo y protagonista de esta transformación. En palabras del Presidente de la asociación, Jorge Medina, la evolución ha sido “a pasos agigantados”, pasando de costosos equipos de filmación en celuloide a una democratización de la producción gracias a dispositivos móviles y software avanzado. “Hoy, con un iPhone, cualquiera puede capturar una imagen de calidad cinematográfica”, afirma.
Lejos de resistirse a la Inteligencia Artificial, la AMFI promueve su integración como herramienta creativa. “La IA llegó para quedarse”, señala Medina. Más allá de los efectos visuales, hoy se utiliza para analizar guiones, prever comportamientos de audiencia, crear storyboards automáticos e incluso generar efectos visuales en tiempo real sin necesidad de green screen. Plataformas como Runway, Adobe Firefly o NVIDIA Omniverse ya se han integrado en las producciones, reduciendo costos hasta en un 30%, según un informe de 2024 de PwC México.

Por ejemplo, la reciente producción de Pedro Páramo por parte de Netflix en México utilizó herramientas de IA para la previsualización de escenarios digitales inspirados en locaciones reales de Comala, el pueblo fantasma donde se desarrolla la historia creada por Juan Rulfo, reduciendo tiempos de preproducción en un 40%.
Sin embargo, este avance trae consigo un desafío ético y legal: la protección de los derechos de autor. “La IA crea a partir de lo que ya existe en el universo público de información. ¿Cómo garantizamos que las obras originales sean respetadas y sus autores reconocidos?”, plantea Medina. Este dilema ha llegado a la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), donde ya se discuten marcos legales internacionales que reconozcan obras generadas por IA sin desproteger a los autores humanos.
México, un hub creativo en expansión
México se consolida como uno de los cinco destinos preferidos para filmar en América Latina. En 2024, la industria nacional generó más de 2,500 millones de pesos en inversión extranjera directa en producción audiovisual, de acuerdo con cifras de ProMéxico y Canacine. El país ofrece ventajas competitivas: una fuerza laboral calificada, diversidad de locaciones y un ecosistema creativo que entiende la importancia de la innovación.
Además, se han desarrollado clústeres tecnológicos en Jalisco, Ciudad de México y Baja California que ofrecen desde estudios virtuales hasta producción con realidad aumentada, haciendo de México un terreno fértil para cineastas internacionales y locales.
AMFI deja claro que el objetivo no es reemplazar al creador, sino empoderarlo. “No queremos casarnos con una tecnología, sino entenderla para contar mejores historias”, afirma Medina. En esta era de transformación, la pregunta no es si la IA sustituirá a lo tradicional, sino cómo coexistirán para dar paso a una nueva narrativa visual, más eficiente, accesible y emocionalmente poderosa.
En este momento de cambio profundo, la Asociación Mexicana de Filmadoras Independientes (AMFI) asume un papel activo y consciente: ser un puente entre la creación humana y las nuevas tecnologías. Su compromiso es claro: impulsar una industria audiovisual más equitativa, innovadora y transformadora, donde la inteligencia artificial no sustituya al talento, sino que lo potencie.