Con una destacada trayectoria en producción publicitaria, el director y productor cinematográfico Leandro Mancini ha trabajado con marcas de renombre internacional y ha colaborado en múltiples proyectos con reconocidas productoras a nivel global.
Para Leandro, dirigir comerciales es un ejercicio de equilibrio entre lo técnico y lo sensible. Su sello se construye a partir de una estética cuidada, donde cada plano tiene intención narrativa y cada recurso visual está al servicio de una emoción auténtica.
En esta entrevista nos cuenta sobre su estilo de dirección, algunos de los retos que enfrentó este año en la producción de spots y qué tendencias prefieren las marcas actualmente para conectar con las audiencias.
– ¿Cómo describirías tu estilo personal como director de comerciales?
Mi estilo como director combina precisión visual con verdad emocional. Me interesa construir un lenguaje donde lo técnico y lo sensible convivan: el ritmo, la luz, la cámara y la puesta están al servicio de una emoción real, no del virtuosismo por sí mismo. Busco una estética cuidada y coherente, donde cada plano tenga intención narrativa y un pulso humano. En mis piezas hay un hilo que atraviesa todo: la búsqueda de autenticidad dentro de lo construido. Me inspiro en directores como Kubrick, Tarantino, Tim Burton, Wes Anderson y Clint Eastwood, por su forma de unir mundos tan distintos (entre lo artesanal, lo gráfico y lo narrativo) siempre con identidad. Ese mix visual y espontaneidad emocional es algo que intento trasladar a cada campaña, más allá de la marca o el país. De alguna forma, mi trabajo intenta dialogar con ese universo de referencias.
– De todos los proyectos que filmaste en 2025, ¿cuál fue el más desafiante o el que más te entusiasmó personalmente y por qué?
Este año trabajé en un proyecto que me exigió combinar precisión técnica con una narrativa fluida: un spot resuelto casi íntegramente en plano secuencia. Fue un trabajo que demandó una enorme coordinación entre el acting, la cámara y la escenografía, donde cada movimiento debía estar perfectamente sincronizado para mantener el ritmo y la naturalidad de la escena. Lo que más me entusiasmó fue lograr que la técnica no se impusiera sobre la historia, sino que la potenciara. Esa búsqueda de equilibrio entre lo controlado y lo espontáneo es algo que me motiva mucho como director, porque me obliga a trabajar con todos los elementos en función del relato y no del virtuosismo, y se necesita precisión, complejidad, elegancia y una ejecución impecable.
¿Podrías contarnos si algunas de tus campañas tuvieron enfoques muy distintos (por ejemplo, humor, storytelling emocional, demostración de producto) y cómo abordaste esos cambios de tono?
Sí, y de hecho me gusta moverme entre tonos muy distintos, porque me obliga a entender cómo cambia la forma de contar según la emoción que se busca transmitir. En campañas como Aerotina, un antialérgico, el humor fue clave: la exageración de las situaciones y el timing visual eran tan importantes como el guión. Trabajamos el acting casi como una coreografía, buscando que el humor naciera de lo visual y no del diálogo. En cambio, en Cereal Mix, el enfoque fue mucho más estético y formal, con especial atención a las tomas de producto. Ahí el desafío fue construir una atmósfera visual atractiva, con un lenguaje más elegante y sensorial, donde la luz, el color y el ritmo marcaran la experiencia. También podría nombrar Ibupirac Pfzier, con German Paolosky, ahí busque una estética muy colorida y destacada, donde el personaje navega detrás de escena, y nos cuenta todos los beneficios mientras recorre con una fluidez narrativa y visual todo el set. Y muy distinto a ellos fue realizar Trailers para Televisa, donde los temas, las historias y la narrativa pasan por otros lugares sensoriales, más cinematográficos, con un storytelling y atmósferas espectaculares, en algunos casos abordando el género de terror, o transitando relaciones humanas conflictivas y pasionales. Es injusto nombrar algunas, definitivamente, porque podría describir cómo mi propia pasión me atrapa en cada proyecto y es por ello que terminan destacándose y más aún en sus categorías. Creo que la clave para pasar de un registro a otro está en respetar la esencia de cada historia y no imponerle un estilo, sino dejar que el tono surja naturalmente de lo que el producto y el mensaje necesitan.
– ¿Qué aprendizajes o innovaciones te llevaste de trabajar en distintos mercados y con marcas variadas? ¿Hay alguna tendencia que hayas descubierto?
Trabajar en distintos mercados me dio una mirada más amplia sobre cómo se conectan las marcas con la gente. Aprendí que, aunque los códigos culturales cambien, lo que siempre funciona es la honestidad emocional: historias que se sienten reales, sin forzar la emoción. En los últimos años noto una tendencia clara hacia la naturalidad estética, una búsqueda por lo imperfecto, lo espontáneo, aunque siempre este controlado y lo que parece capturado más que armado. Las marcas ya no quieren solo “mostrar” un producto, quieren contar cómo se vive con ese producto. También veo una evolución en la forma de pensar los comerciales: menos centrados en la “idea publicitaria tradicional” y más en la experiencia visual o el momento emocional que se genera. Hay una mezcla interesante entre lo cinematográfico y lo cotidiano, donde el ritmo, la textura y la verdad del plano importan tanto como el mensaje. Como director, me inspira esa dirección: poder moverme entre lo estético y lo emocional, usar lo digital sin perder lo humano, y construir relatos que se sientan actuales y con una mirada propia.
