Con casi cien años de historia, Ocean Spray atraviesa un proceso de transformación en Latinoamérica que busca conectar con nuevas generaciones sin romper con su origen cooperativo. Desde esa intersección entre legado, innovación y propósito, Sergio García, Head of Marketing & Innovation para la región, comparte en entrevista con Insider la visión estratégica que da forma a la Pink Era y al nuevo momento cultural de la marca.
Según explica Sergio García, Head of Marketing & Innovation para la región, la marca busca hablarle a las nuevas generaciones sin renunciar a su esencia cooperativa, a su origen agrícola ni a su propósito social. El eje de esa transformación es la llamada Pink Era, una plataforma que convierte a Pink Cranberry en algo más que un producto: en una declaración de actitud y de identidad cultural.
“Ocean Spray es una marca que conecta de manera auténtica con las necesidades del consumidor latinoamericano, especialmente con las nuevas generaciones que buscan productos naturales, con beneficios funcionales y sin renunciar al buen sabor”, explica García. Ese entendimiento del consumidor se sostiene en un portafolio completo a base de cranberry, diseñado para adaptarse a distintos gustos y estilos de vida, siempre con una promesa clara: una experiencia “deliciosa y nutritiva”.
Dentro de ese universo, Pink Cranberry se volvió el catalizador del cambio. Su atractivo color rosa, resultado de la mezcla de cranberries rojos, blancos y rosas, y su perfil de sabor refrescante lo posicionaron rápidamente como el favorito de los consumidores jóvenes. “Su tono vibrante y perfil de sabor lo convierten en el favorito de los consumidores más jóvenes, que buscan productos que se alineen con su energía, vitalidad y forma de vivir”, detalla el directivo.
Pero la apuesta va más allá del líquido en la botella. Pink Cranberry se concibe como una extensión de los valores de una generación que exige autenticidad y libertad de expresión. “Más que ofrecer un sabor delicioso, su color y personalidad auténtica conecta muy bien con los valores y personalidad de los jóvenes latinoamericanos que buscan expresarse con libertad, sin seguir estereotipos”, afirma García. Para Ocean Spray, esa afinidad dio forma a un concepto más amplio: la Pink Era, definida como “un movimiento que celebra la autenticidad, la autoexpresión y el poder de ser uno mismo”.
El aprendizaje detrás de esta evolución es claro: una marca tradicional solo puede mantenerse vigente si construye relaciones genuinas con las nuevas generaciones. “Esto implica generar contenido y conversaciones relevantes sobre los temas que realmente les importan, sin perder de vista su esencia como marca: quiénes son, qué ofrecen y cómo pueden mejorar la vida del consumidor de manera auténtica”, señala García. Para él, la ecuación es precisa: mientras mayor sea la conexión entre las necesidades del consumidor, el mensaje de marca y los beneficios del producto, más poderosa será la comunicación.
La alianza con SAMY
En esta transformación, la alianza con SAMY, su agencia 360, ha sido estratégica. “SAMY no es solo nuestra agencia, es un socio estratégico integral. Se involucra a fondo en nuestros desafíos, comprende la esencia de nuestra compañía y comparte nuestros valores y propósito”, sostiene. Ese propósito compartido es promover el consumo de una fruta con alto poder antioxidante que aporta bienestar. García subraya que el compromiso del equipo de SAMY ha sido clave para “potenciar y elevar cada una de nuestras iniciativas en Latinoamérica, haciendo que la marca crezca y conecte de una forma más profunda con los consumidores”.
La Pink Era también cobra vida fuera del punto de venta. El evento Pink Beats, que combinó música, creadores de contenido y experiencias inmersivas, materializó la estrategia de conexión cultural con los más jóvenes. “Buscamos acercarnos a ellos a través de sus principales pasiones: la música, las redes sociales, los líderes de opinión jóvenes y los espacios donde disfrutan compartir momentos con sus amigos”, explica García. El resultado, dice, fue una experiencia que reflejó “el espíritu fresco, auténtico y social de la marca”, con un éxito rotundo de participación.
El impacto comercial, sin embargo, no se concibe sin un mensaje social auténtico. Para García, las marcas deben ir más allá del discurso: “Todas las marcas responsables tienen la obligación de hacer más que solo hablar. Esto significa que el impacto social de una marca debe estar presente en cada una de sus acciones”.
En Ocean Spray, ese compromiso está anclado en su ADN cooperativo. La empresa beneficia directamente a agricultores de Canadá, Estados Unidos y Chile, implementando técnicas de cosecha sostenibles que respetan el entorno. A ello se suma la oferta de un producto natural con alto contenido de antioxidantes y la colaboración con organizaciones como Grupo CIMA en México, que apoya a mujeres que enfrentan o han enfrentado el cáncer de mama.
Lejos de ver estas iniciativas como un diferenciador aislado, García celebra que más marcas se sumen a este tipo de esfuerzos. “Cada vez somos más las marcas que buscamos aportar nuestro granito de arena para generar un cambio real. Esa convicción es la que nos inspira cada día a dar lo mejor de nosotros”.
En cuanto al futuro, la Pink Era es solo una parte del camino. Hace unos meses, Ocean Spray presentó también el nuevo posicionamiento de su Masterbrand con la campaña “El Anti-Club”, una invitación a escuchar el cuerpo, pausar y “desconectarse del modo máquina para reconectarse con el modo humano”. En paralelo, la compañía desarrolla nuevas propuestas de producto a partir de una convicción clara: “tenemos una fruta extraordinaria que combina con todo: lo dulce, lo salado, lo refrescante y lo intenso”.
El objetivo final es ambicioso y profundamente cultural. “Nuestro gran objetivo es insertar al cranberry en la cultura latinoamericana, haciéndolo parte de nuestras mesas, momentos y sabores. Como me gusta decir: vamos a ‘latinizar’ al cranberry”, concluye Sergio García, dejando claro que la reinvención de Ocean Spray apenas comienza.
Por: Berenice Ibarra
