Diana Hernández, fundadora de Fundamentally, impulsa la transformación de la moda en Latinoamérica a través de la sostenibilidad, la transparencia y el slow fashion. Con alianzas estratégicas y la creación del Primer Círculo de Liderazgo para la Transparencia Textil, busca democratizar las herramientas que permitan a las marcas competir globalmente y convertir la sostenibilidad en una ventaja competitiva.
En un sector marcado por la inmediatez y la sobreproducción, Diana Hernández, fundadora de Fundamentally, afirma que “la moda es una de las industrias más contaminantes del mundo, pero también puede convertirse en una herramienta de cambio hacia la sostenibilidad”.
Con una amplia experiencia como fotógrafa documental, Hernández asegura que los problemas ambientales son sistémicos y que la moda, en particular, juega un rol determinante. Con esa convicción, fundó Fundamentally, una plataforma que desafía al fast fashion y busca transformar la industria desde la sostenibilidad y la ética.
“Mi intención con este proyecto es utilizar la moda para hablar de sostenibilidad y transformar una industria que hoy tiene un impacto negativo en algo positivo”, asegura.
Al explicar qué la llevó a crear Fundamentally, señala un reto común para quienes buscan alternativas responsables: “En México y Latinoamérica hay mucho talento en slow fashion, pero es difícil encontrarlo. Una marca aparece en Instagram y después ya no la vuelves a localizar. Vi ese vacío: la falta de un espacio que centralice y dé visibilidad a estos proyectos”.
Así nació una plataforma que no se limita a vender ropa, sino que construye comunidad y educación en torno a la sostenibilidad: “No quiero que sea solo una relación transaccional, sino una relación de propósito. Para mí las marcas de moda lenta no son competencia, son parte de una comunidad que debemos fortalecer”.
En un contexto dominado por el fast fashion, Fundamentally ofrece un ecosistema inclusivo que integra marcas, consumidores, medios e incluso artistas. La plataforma cuenta con un directorio de moda que da visibilidad a proyectos sostenibles, más allá de los que se venden directamente allí.
“Estamos tratando de abarcar todos los elementos del ecosistema: comunicación, educación, eventos, colaboración con talentos de la música y herramientas de sostenibilidad. La misión es catalizar un cambio, no solo vender”, explica Hernández.
Uno de los pasos más ambiciosos de Fundamentally ha sido la alianza con Green Story, empresa líder en métricas ambientales, y con el fondo de inversión de impacto Espera Ventures. El resultado es Fundamentally Green Metrics Latam, iniciativa que subsidia más del 70% del acceso a una plataforma que permite medir huella de carbono, realizar análisis de ciclo de vida de los productos y generar pasaportes digitales de producto.
“Estas herramientas suelen ser carísimas, inaccesibles para mipymes. Lo que hicimos fue democratizarlas, porque sin datos reales las marcas no pueden diferenciarse ni evitar caer en greenwashing”, explica.
La convocatoria para el Primer Círculo de Liderazgo para la Transparencia Textil busca reunir a marcas que, aunque no sean 100% sostenibles, estén comprometidas con avanzar hacia ese objetivo. “Es un espacio para hablar de procesos, compartir lo que se hace bien y construir lealtad con los consumidores mostrando transparencia, incluso en lo que aún falta”.
La sostenibilidad como ventaja competitiva
Para Hernández, la sostenibilidad no debe verse como un costo, sino como un motor de rentabilidad a largo plazo: “Ser sostenible también significa ahorrar agua, energía y reutilizar desechos. Hay ejemplos como Reformation en Estados Unidos, que ha sido rentable basando todo su modelo en la transparencia. Esto sí puede convertirse en una ventaja competitiva en Latinoamérica”.

La diferencia, asegura, está en generar confianza y lealtad de marca. “Shein invierte millones de dólares en marketing, mientras que Patagonia no necesita hacerlo porque sus consumidores son fieles a la misión de la marca. Ese es el verdadero retorno de inversión”.
El cambio, sin embargo, no depende solo de las marcas. Hernández enfatiza la responsabilidad de los consumidores: “No se trata solo del material que usa una prenda, sino también de las prácticas laborales, el desperdicio, la energía. El consumidor tiene que preguntar, exigir y aprender a evaluar si una marca es realmente transparente”.
Convencida de que el fast fashion no es sostenible ni económica ni ambientalmente, Diana Hernández insiste en que la moda puede ser un vehículo de transformación: “Independientemente de las políticas o la economía, la realidad física del planeta es innegable. Tenemos que elegir: o lideramos el cambio hacia la sostenibilidad o nos quedamos atrás”.