Cuanto más se habla de igualdad, más diversa y moderada debería ser la conversación. Sin embargo, los datos indican que no vamos en esa dirección. Así lo demuestra el informe “Sin Filtro” que ha sido elaborado por LLYC en el marco del 8M, Día Internacional de la Mujer. En él, se analizó la conversación de 8,5 millones de mensajes en X de 12 países de Latinoamérica, Europa y EE. UU., a favor y en contra del feminismo.
A nivel general, en los últimos tres años las consultas sobre “igualdad” y “feminismo” en internet han caído un 40% y un 50% respectivamente, mientras que en México su interés se ha mantenido ligeramente más alto, con una cifra de 36%. En X, el diálogo no solo se ha estancado sino que ha aumentado la polarización, hasta el punto de que el 50% de los mensajes sobre feminismo en esta red social ya son negativos en los 12 países analizados.
El informe analiza cómo las redes sociales se han consolidado como una herramienta de ataque contra el discurso feminista y qué hay detrás de estas comunidades. El 98% de los perfiles anti-igualdad tiene, por ejemplo, una fuerte carga política y se encuentran radicalizados, lo que dificulta el diálogo. Quienes dudan o se definen como escépticos con esta causa tienen 1,6 veces más probabilidades de caer en posturas extremistas que de abrirse a ella.
Además, el estudio identifica las principales justificaciones de los contrafeministas para rechazar el movimiento -como la idea equivocada de que la causa ya ha ido demasiado lejos, o la percepción de la pérdida de privilegios entre el colectivo masculino-, así como las estrategias que emplean los diferentes grupos para defender sus ideas. El discurso anti-igualdad es más endogámico y prevalecen argumentos basados en la desinformación y la descalificación.
“El informe constata que los bandos feminista y contrafeminista están cada vez más alejados, impulsados en gran medida por la radicalización de la propia conversación, las corrientes políticas y la crisis identitaria de algunos colectivos. Sin embargo, las cifras dejan claro cómo se ha estigmatizado injustamente al bando feminista y también que la idea de que se habla demasiado de igualdad es falsa. La conversación se ha estancado y hay riesgo de retroceder en los avances conseguidos. El ruido y un ecosistema digital que amplifica la confrontación no nos debe hacer perder el centro del debate”, asegura Luisa García, CEO Global de Corporate Affairs y coordinadora del estudio.
Para contrastar este informe, LLYC ha comparado los hallazgos con estudios de instituciones reconocidas y medios de comunicación que respaldan la información obtenida.
Las 10 principales conclusiones del informe
- En países donde el feminismo tiene mayor presencia en la agenda pública, la conversación es más diversa y moderada. En los territorios con menos debate sobre igualdad, el discurso contrafeminista es más agresivo: por ejemplo, en Brasil o España, la radicalización de la comunidad contrafeminista supera el 80%.
- El contrafeminismo se define por ser un bando menos diverso y más radical. Por ejemplo, en países como Chile, España y EE. UU., más del 75% de los discursos antifeministas provienen de comunidades altamente homogéneas, sin diversidad interna.
- Las redes sociales se han consolidado como una herramienta de ataque. Gran parte del discurso contrafeminista se basa en la deslegitimación a través de ataques y estereotipos.
- Los escépticos del feminismo tienen más probabilidad de caer en el discurso antifeminista. En redes, el 98% de los perfiles contrafeministas ya están radicalizados, y quienes dudan tienen 1,6 veces más probabilidades de caer en discursos extremistas que de abrirse a la igualdad.
- La radicalización de la conversación puede estar influyendo en que los hombres jóvenes se acerquen peligrosamente hacia el bando contrafeminista. Mientras las mujeres jóvenes se consolidan como el grupo más feminista y políticamente activo, un creciente número de hombres jóvenes adopta posturas conservadoras.
- El bando contrafeminista cree que el movimiento es un peligro para la familia y los valores tradicionales. El 17% de la comunidad anti-igualdad considera al feminismo una amenaza para la familia y los valores tradicionales, mientras que el 15% cree que distorsiona la jerarquía que debería regir la vida de las mujeres.
- Las redes sociales han amplificado la polarización de género, favoreciendo la propagación de discursos machistas, especialmente entre los jóvenes. Los algoritmos de plataformas como X e Instagram priorizan la viralización de mensajes breves, como videos y memes, que simplifican y distorsionan temas complejos.
- La polarización ideológica varía según el contexto local, con una creciente división entre comunidades.
- La presencia de figuras públicas en el debate feminista está intensificando la polarización social. Las comunidades con mayor concentración de perfiles públicos, especialmente en el sector anti-igualdad, muestran una radicalización que alcanza entre el 55% y el 70% de las posturas.
- Una percepción errónea común es que el feminismo otorga ventajas injustas, como las cuotas de igualdad, interpretándolas como “trato preferencial”. Sin embargo, las mujeres ocupan solo el 25% de las posiciones en alta dirección, lo que refleja la persistencia del “techo de cristal”.